Mi torno de alfarero tiene mucha historia… y ya va teniendo muchos años también. Mi padre consiguió unos planos, no recuerdo dónde, y me lo hizo en madera pintada de rojo y desmontable, armado con cuñas y no con clavos. En origen, funcionaba con un motor eléctrico de una ¿nevera? pero era difícil regular la velocidad.

Un buen día conocí a José Vega y a Selito, su hijo, los alfareros de Faro, que venían a pescar al río Eo. Se acercaron a ver mi torno, y sobre la marcha, sin preguntar ni explicar, le arrancaron el motor y cambiaron el banco de sitio (para que me pudiera sentar con el plato a mi izquierda y no de frente). A continuación, con un trozo de cartón a modo de «tiradera» Selito torneó una jarra de sidra asturiana, según dice, la que mejor ha hecho hasta ahora!
Desde entonces, mi pobre torno ha llevado una vida bastante viajera, con eso de que es «desmontable», se fué del desván de mis padres en Asturias a Valladolid, para volver a Asturias a mi casa, hasta llegar a mi taller en Trabada (Lugo).

Después de tanto ir y venir le hacía falta algún arreglo, así que nuestro amigo Manolo le ha hecho nueva la mesa de trabajo y ajustado el banco.